Pádel con bigote
La Federación Española de Pádel y la empresa
Padelmedia Europe S.L. han llegado a un acuerdo por el que la Federación cede a
dicha firma los derechos de las retransmisiones televisivas de los torneos
oficiales. El Consejero Delegado de Padelmedia, un tal Luis Pradera, está
plenamente satisfecho: "Este acuerdo nos permitirá (...) ayudar en el
desarrollo de un deporte que tiene cautivada a la sociedad española".
Ni el paro, ni el puñetero IPC, ni el precio
de la gasolina, ni el sufrimiento de comprar una vivienda, ni la inseguridad
ciudadana, ni Ana y los siete: lo que tiene a los españoles en un sinvivir es
el pádel. Ahí es nada. O sea, que el que no tenga una raquetita de pádel, es poco menos que un pringao de tomo y
lomo, alguien fuera de onda.
Pero la realidad es bien distinta. Basta con acercarse a un polideportivo para apreciar de cerca un singular cortejo que se repite a lo largo de decenas de canchas. Dóciles empleados de empresas de servicios se entregan en partidos a vida o muerte frente a sus respectivos jefes. No tienen ni puñetera idea de jugar al pádel, pero son conscientes de que está de moda, la moda que impone el señor presidente, o cuando menos el director de la división o del departamento. Marbella contó con las primeras canchas de pádel en España, pero quien verdaderamente lo puso de moda fue un señor pegado a un bigote. Desde entonces el pádel va bien. O eso nos dicen.
Primero fue el squash, luego el golf y ahora
les ha dado por el pádel. Una prole de aspirantes y trepas de guante blanco y
aliento sucio se confunden con los verdaderos deportistas aficionados a este
deporte que nació en los barcos ingleses de finales del siglo XIX como
entretenimiento para los pasajeros. Los
pelotillas, eternos imitadores de sus superiores, se han comprado el equipo completo en El
Corte Inglés y lo pagan a plazos. Su labor también es la de entretener. Se dejan arrastrar por los gustos
de una elite que necesita vasallos que devuelvan la pelota al otro lado de la
red.
“Muy buena, jefe”, repite incesantemente el
eco. Ya sabemos que ese tipo llegará lejos. Quién sabe si acabará dando
conferencias en Georgetown.
De la prepotencia y la mezquindad que se desprendieron como carne podrida en la comparecencia de José María Aznar, pasamos al imperio del tedio de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero. Sopor, esta palabra define la comparecencia de quince horas del presidente del Gobierno. Todos los telespectadores fuimos un poco Proust ese día, sintiendo en nuestras propias carnes lo que significa buscar el tiempo perdido. Por una vez, y sin que sirva de precedente, Manuel Fraga ha estado acertado sugiriendo que se cierre la comisión “porque no va servir para aclarar nada”. La pregunta básica desprende un tufo existencialista: ¿sirven para algo las comisiones de investigación en España? Quizá en este caso para comprobar el desparpajo y la indolencia de un Eduardo Zaplana, alabado por los diarios conservadores y vilipendiado por los... menos conservadores. El encefalograma zaplano resume lo que se puede sacar de provecho de horas repletas de palabras y vacías de sentido.
Madrid 2012
Cada vez tengo más claro que esto de Madrid
2012 es un reto de Gallardón y Esperanza que consiste en comprobar si cabemos
2012 madrileños en un vagón de Metro y en un autobús de la EMT. Pues que sepan
que sí, que sí cabemos.
Hala,
ya lo han logrado. Ahora, que dejen de joder con el invento.
“La prostitución existe porque TÚ pagas”.
Éste es el mensaje principal de una campaña publicitaria que ha lanzado el
Gobierno municipal de Madrid. La frasecita figura en vallas, autobuses... Me
sorprende que la cosa no haya pasado a mayores
por cuanto tiene el mensaje de descabellado e irrespetuoso. Y no me vale
eso de darse por aludido o no. Que cada cual haga lo que le venga en gana, pero
que no se generalice de una manera tan torpe. ¿Qué demonios pensará un niño
cuando lea el cartelito? Ya puestos que nos expliquen por qué nos jode la vida
la inflación, por qué el Ayuntamiento
saca tajada de la especulación inmobiliaria, por qué hay atascos en todas las
carreteras madrileñas todos los días del año, por qué mueren tantos obreros de
la construcción en nuestra ciudad, por qué se favorece a las grandes
superficies llevando a los pequeños comerciantes a la ruina, por qué nos suben
los impuestos, por qué Telemadrid se gasta una pasta gansa en los programas
insufribles de Isabel San Sebastián o Curry Valezuela...
Ante esta campaña sólo se me ocurre
aquello de “Piensa el ladrón que todos son de su condición”.
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