Sacarle jugo a la
necedad
Hace algunos meses, al escribir sobre el circo de Gran Hermano, este crítico criticable, al que se esfuerzan en comprender, cosa que les agradezco, les aseguraba que la casa de Guadalix de la Sierra se había convertido en una casa de citas. Diferentes frases allí concebidas –más bien paridas–, se habían incrustado en el lenguaje coloquial de miles de adolescentes en un abrir y cerrar de ojos. ¿Quién no recuerda al legionario Berrocal preguntándose en voz alta quién le había puesto la pierna encima, y otras empanadas de nuestra gastronomía televisiva?
En esta edición hay para una antología del disparate. Es necesario rebuscar con ahínco para encontrar piezas semejantes. El último en lucirse ha sido un concursante de Ceuta, fiel a la religión musulmana, lo que no le ha impedido –del mismo modo que no se lo impide al resto, que profesa la religión católica– soltar todo tipo de culebras y palabros por su boca. Una de las genialidades de su malabarismo con el léxico se ha convertido en la cita del mes en Telecinco: “Pa chulo-chulo, mi pirulo”. El pastelito artesanal seudo castizo, prepotente, machista y denigrante gira y gira de programa en programa por la cadena del cinco. Un programa tras otro saca jugo a esta clase de lindezas de los jóvenes que han sido seleccionados por un grupo de psicólogos. Enhorabuena a ellos –a los sicólogos, por supuesto– por encontrar la aguja en el pajar. Porque uno prefiere pensar que el pajar no está plagado de agujas, la verdad. Tiene mérito, pues, absorber con la pajita en el jugo de la juventud española y llevarse a la boca, o sea, al bolsillo, a la casa, a la causa, a la huerta, a la pista de baile de Mercedes Milá a los especímenes que año tras año se encierran a verlas venir en una casa repleta de cerraduras por las que se asoma el personal a husmear.
Recién salidos del concurso, estos fabricantes de citas banales corren sudorosos de plató en plató. En tiempo récord, transmiten su concepto de la vida, airean sus posaderas morales, dibujan los perfiles conceptuales de su existencia, recuentan las ganancias y tratan de dormir imaginando los billetes del mañana y aniquilando ovejas. Ya le han sacado suficiente jugo al día. En la noche no aguarda sino el insomnio. No pueden soñar, porque todos sus sueños ya se han hecho realidad. Un guiño de la Milá así se lo certifica.
Lo del formato de Fútbol es fútbol, el programa de la televisión autonómica de Madrid que intenta analizar cada domingo la jornada de fútbol, da para una tesis doctoral. Pero no está uno para esos trotes este año. (En un futuro, ya veremos. Una hipoteca va a terminar con mi salud. Pero tengo que sacar fuerzas de flaqueza como sea. Por lo menos, hasta que amueblemos el salón. Luego, el Euribor dirá.)
Al espacio en cuestión –el programa, no mi salón– , que trata de presentar Javier Reyero, se une como colaboradora Milene Domingues (Sí, Domingues, por más que el endemoniado autocorrector éste del Word se empeñe en que es Domínguez, de los Domínguez de toda la vida). Según el supuesto conductor del programa, la risueña canarinha lo hace en calidad de futbolista del Rayo Vallecano y de la selección brasileña. Vamos, que el que esté casada con un tal Ronaldo (* ) no tiene nada que ver con su fichaje audiovisual.
¿Tanto cuesta decir la verdad? ¡Tanto! <
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(*) La
primera pregunta que le realizó Reyero fue sobre su marido, quien se encuentra,
por cierto, bastante molesto con el reciente reportaje fotográfico de Milene en la revista brasileña VIP, en el
que se presenta ligerita, muy ligerita
de ropa. Entre otras grandes e ingeniosas frases, la esposa de Ronaldo
dice: “No quiero que él se ponga celoso, pero para mí es bueno que los hombres
me deseen. Hace muy bien para el ego”. Ven qué poco cuesta decir la verdad..
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