Zoología televisiva
En Hong Kong un
canal de televisión por cable emitirá informativos presentados por señoras que
irán desvistiéndose al mismo tiempo que dan a conocer los hechos de interés de
cada día. Eso hace buena la afirmación de que el medio media. El interés no
estará ya en conocer qué está pasando en el mundo, sino en comprobar qué tal
está la presentadora despelotada. Los presentadores seguirán el mismo camino
que sus compañeras de profesión. La cuestión estriba en conocer si estos seudo
noticiarios serán presentados por periodistas, exhibicionistas, strippers,
nudistas o intelectuales desesperados. Esperemos, en cualquier caso, que a
Urdaci no le dé por importar estos atrevidos conceptos orientales de la
comunicación de masas. Casi mejor que siga con su chispeante ceceo, y con la
camisa abrochada hasta el último botón.
En Andalucía,
Canal Sur presenta un programa de fútbol en el que colaborarán Cristina
Tárrega, Bibi Andersen y Vicky Martín Berrocal. "El Pelotazo", que
así han denominado al engendro en cuestión, contará, además, con una sección de
humor. ¡Cómo si lo de la Tárrega hablando de fútbol no fuese ya de por sí para
desternillarse! Sí, vale, está casada con el futbolista Mami Quevedo, pero eso
no significa nada. También Marina Castaño estuvo casada con Cela, y sus
opiniones sobre literatura no dejan de tener la misma validez que las de Julia
García Valdecasas sobre el sentido común en la política.
Cambio de
canal. Te sientas a ver la final de la Copa del Rey de baloncesto y a cinco
minutos de la conclusión del encuentro salta el comentarista -ex seleccionador
nacional de la especialidad deportiva en juego-: "El Joventut no quiere
que el TAU se le escape". ¡Coño, qué novedad, un equipo que no quiere
perder el partido! ¡Qué profunda capacidad analítica! ¡Qué sobresaliente
capacidad discursiva! Mientras, el periodista, el mismo que lleva tropecientos
años martirizando a los telespectadores, no se limita a narrar y describir lo
que sucede en la cancha, sino que le da por decirnos qué le parece el juego o
qué tipo de baloncesto se ajusta a su gusto. Para él no hay diferencia en el
marcador, sino distancia; según su innovador criterio lingüístico un equipo no
gana por catorce puntos, sino "de" catorce puntos. En resumen: el
comentarista narra y el narrador comenta. Intercambian los papeles para
terminar perdiéndolos.
Y eso que este
veterano periodista de la pantalla está más comedido en las competiciones
domésticas. Cuando juega la Selección española, este Manolo del Bombo de la
canasta saca a relucir su incendiario forofismo sin cortarse ni un pelo.
Alecciona a los técnicos, critica las decisiones de los jugadores a posteriori
y arremete contra los árbitros sin importarle un comino su condición de
informador. Opinar es para él una especia de terapia. Lo malo es que la
audiencia termina siempre -y sin quererlo- con un complejo freudiano muy considerable.
Pero el suyo no es, ni por asomo, un caso único.
Me voy al canal
del tío Berlusconi. Olga Viza lució su nuevo uniforme de Telecinco en una doble
entrevista realizada por separado a Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez
Zapatero. Ya tiene guasa que Rajoy se niegue a aceptar un debate cara a cara
con su máximo rival en las elecciones. Imagínese su capacidad en un foro
internacional o en el despacho de la casa oval, si ni siquiera se atreve con
ZP. Los asesores del Señor de los hilillos -a los que imagino
acongojados- no lo dejan porque temen que meta la pata en alguna de esas
ocasiones en que una pregunta obliga a salirse del guión o improvisar. Creen
que tiene poco que ganar y mucho que perder. Don Mariano corre el peligro de
mostrar a las claras que aún está verde.
Bien es cierto que
ZP no es que esté verde, es que es verde, pero idéntica condición no le ha
supuesto a Aznar ningún trauma en sus ocho años como presidente.
La presentadora
recién llegada a T5 lanzó a ambos una curiosa pregunta: "Va usted
caminando por la calle y se cruza con Antxon. ¿Qué haría?". ZP dijo que no
le miraría a la cara. Coño, pues a ver cómo sabe entonces que es Antxon. Claro,
se lo podría decir algún guardaespaldas, o quizá alguno de los miembros de su
consejo de notables. Rajoy contestó a la misma cuestión con un seco:
"Llamaría a la Policía". Y una de dos: o el sucesor de Aznar no sabe
quién es Antxon, o no sabe para qué está la Policía. Las dos cosas son
ciertamente graves. Sobre todo la segunda.
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