Me sumé muy a gusto al proyecto de Julio Medem. Me
atrajo la idea desde que me habló de ella.
El problema
vino cuando hubo que rodar, porque el día en el que me citó estaba hecho literalmente
unos zorros, con la espalda dolorida por culpa de tres vértebras que tengo
lisiadas –y que aquel día se mostraron particularmente faltonas– y con fiebre,
resultado de un inoportuno gripazo.
Como no era
cosa de alterar el plan de rodaje, acudí. Pero nada inspirado. Me temo que
durante la entrevista presté más atención a mi espalda que a lo que respondía a
las preguntas que Julio me iba formulando. En esas condiciones, no me extrañó
que en la película me sacara muy poquito. Incluso me pareció todo un detalle,
porque de muchos otros testimonios prescindió por completo. En la versión
extensa, en DVD, salgo ya bastante más. En la web oficial de la película (www.lapelotavasca.net) se recogen
también varios pasajes de la entrevista, con imágenes. Y el libro hace una
breve antología de los rollos que me solté. Lo incluyo aquí, no porque piense
que aporta demasiado en el plano teórico (de hecho creo que no aporta nada),
sino más bien por su hipotético interés documental. He corregido dos o tres
erratas del original. A cambio, tal vez el escaneado haya añadido alguna por su
cuenta.
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JAVIER ORTIZ
Periodista, editor y escritor
«VIVA LA REPÚBLICA»
Durante el posfranquismo, escribí un artículo
editorial en una revista titulado Viva la
República; era un artículo, la
verdad, extremadamente inocente en el que me limitaba a recordar que el príncipe
Juan Carlos era ese señor que había estado en la Plaza de Oriente coreando a
quienes jaleaban cinco ejecuciones, y que, en ese sentido, su pedigrí
democrático no parecía excesivo. Y luego hacía una broma que fue lo que excitó
el ánimo del fiscal de turno, que no debía de tener un gran sentido del humor,
cuando escribí que así como en los cuentos medievales siempre tenemos una
princesa que le da un beso a una rana y se transforma en príncipe, entonces
teníamos todas las posibilidades de que el príncipe nos saliera rana: Y tuvimos
un proceso muy espectacular porque metieron a cinco periodistas en la cárcel a
cuenta de aquel artículo.
Sería fácil contestar que sí
a la pregunta de si España es hoy en día una monarquía por la gracia de Franco,
porque históricamente es eso; pero la voluntad de una sola persona nunca tiene
fuerza tan determinante. Habría que preguntarse qué tipo de fuerzas sociales,
políticas y espirituales llevaron a que esa decisión de Franco fuera, primero,
aceptada por las fuerzas políticas, y posteriormente, por la mayoría de la
población española.
REPÚBLICAS EUROPEAS,
MONARQUÍAS HEREDITARIAS
¿España podría llegar a ser República de
nuevo? Es que, cuando uno ve qué repúblicas hay por el mundo, y estoy pensando
en Corea del norte, que es una república cuyo presidente dejó la presidencia a
su hijo; entonces dices: francamente, tiene aspecto de monarquía hereditaria.
Pero en las repúblicas europeas, que nos parecen tan diferentes, si uno las
mira con cierta atención, las clases dirigentes delegan también en sus hijos.
En ese sentido la verdad es que tiene un
cierto aire monárquico todo. Existe una especie de aristocracia que va
delegando. Sean monarquías o sean repúblicas. En Francia hay escuelas en las
que los grandes magnates y líderes envían a sus hijos para que se preparen para
ser líderes como en los pilaristas de Madrid. En el fondo, es como si hubiera
habido una reconversión del sistema feudal y en el fondo sigue siendo
hereditario casi todo el poder. Que te digan: «Hombre, es más barato». No. Una
República sale más barata que una monarquía. El otro día me enteré de que don
Juan Carlos de Borbón es la quinta fortuna del Estado español. En ese sentido
es modesto, porque en Gran Bretaña la reina es la primera fortuna. Y todo eso
por razones de cuna. Y claro, queda un poco grotesco, pero es que existen otras
cosas más grotescas también; realmente, no me centraría en ese debate. Por
supuesto, preferiría que no hubiera monarquía, pero me parece que además
existen bastantes cosas importantes que pasan por delante.
LA MISTERIOSA Y EVANESCENTE
TRANSFORMACIÓN DEL FRANQUISMO
El Gobierno de Aznar es una continuación del
Estado español, como lo fue también el Gobierno de Felipe González. El problema
es que el Estado español nunca se transformó. En Portugal, cuando se produjo la
Revolución de los Claveles hubo una ruptura y la Constitución portuguesa lo
dice muy claramente: ha existido una etapa fascista, repulsiva, rechazable,
pero empieza ahora una etapa democrática. En España no sucede lo mismo: aquí se
produjo un¡ misteriosa, evanescente transformación del franquismo en sistema
parlamentario, sin que se sepa muy bien en qué día ocurrió nada. Los servidores
militares del franquismo siguieron siendo generales con la democracia; los
policías torturadores del franquismo siguieron siendo policías torturadores con
la democracia.
Ha existido un cambio vegetativo, en el
sentido de que todos nos vamos haciendo viejos y muchos franquistas se mueren;
en ese sentido, los franquistas desaparecen. Pero no porque hayan sido
apartados, sino porque desaparecen y tienen sus herederos que, unas veces son
físicamente, familiarmente herederos, y otras veces son herederos políticos. No
sucede que ahora, de repente, el Partido Popular herede tradiciones del
franquismo: es que los franquistas nunca han desaparecido del mapa. Se han ido
extinguiendo, en algunos casos; en otros casos, han ido evolucionando; en otros
hato desaparecido también por inadecuación a los tiempos. Pero, en su conjunto,
el Estado se ha ido transformando muy poquito a poco¡ y más por evolución ante
la realidad exterior que por un convencimiento de que tenía que cambiar de
métodos.
EL FELIPISMO COMO FENÓMENO SOCIAL
¿Qué fue el felipismo? Una generación de
dirigentes políticos encantados de haberse conocido, que además estaban
convencidos de que llevaban España a la modernidad. Que pensaron que por fin
habían acabado con la España de charanga y pandereta y que la estaban llevando
a la modernidad. Luego iban a los toros y al boxeo. Pero esta gente estaba tan
convencida de estar rindiendo un servicio inapreciable, histórico, a España que
tenían perfectamente el derecho de cobrar un poco por eso. Entonces llevarse
una parte del dinero a casa lo único que hacía era trasladar el reconocimiento
social merecido a sus pertenencias; y lo hacían con la naturalidad de quien lo
único que está haciendo es facilitar a la sociedad el pago de una deuda
histórica. Gente que, la verdad, era como yo: unos muertos de hambre, de
repente tenía unas mansiones impresionantes, y entonces era la nueva España:
jóvenes nacionalistas, como había dicho la prensa de Estados Unidos cuando
triunfaron en las elecciones.
Y no les parecía que llevarse el dinero a
casa fuera inmoral. Tampoco tenían probablemente muy claro qué narices podía
ser eso de la moral. Incluso se sintieron defraudados por la ingratitud de la
gente que no era capaz de comprender la labor histórica que habían hecho y les
venían a preguntar si habían cobrado unas comisiones ilegales por aquí, o si se
habían metido en el Consejo de administración de no sé dónde. Lo normal: el
felipismo era lo moderno y ellos representaban lo moderno. Esa generación tuvo
una influencia social muy clara, incluyendo lo cultural, lo cinematográfico, lo
literario. Ese grupo social que por otro lado no ha sido, vistas las cosas con
perspectiva, ni mucho más perverso ni más indigno que otros anteriores o
posteriores.
LA INVESTIGACIÓN
PERIODÍSTICA SOBRE EL CASO GAL
En principio, Pedro J. Ramírez no sabía mucho
de mí cuando empezó a hablar conmigo acerca de realizar una investigación
periodística sobre el caso GAL; inicialmente se asustó porque le habían contado
que yo tenía un pasado muy radical. Pero existía una complicidad basada en una
cosa que en ese momento tenía mucha importancia: Pedro J. Ramírez estaba muy
encelado con el asunto de los GAL, y yo también. Y sobre esa base se pudo
establecer una colaboración que siguió mientras hubo GAL y que luego se acabó.
Lo que me interesó de Pedro J. Ramírez era
que le había visto en un debate con el ministro Corcuera en televisión: fue un
debate que acabé viéndolo de pie, como si fuera un partido de fútbol,
entusiasmante, porque le dio al ministro hasta en el DNI y el otro no se
arrugaba, ya sabemos cómo era Corcuera. Aquello parecía un combate de boxeo y
me dije: «Pues este tío tiene narices». ¿Por qué tenía narices y todo lo demás?
Lo he descubierto con el tiempo, pero, inicialmente, lo que me animó a sumarme
al proyecto era que parecía un periodista que tenía ganas de pelea.
No he investigado en mi vida nada: soy un
zoquete. He estado siempre en una mesa aprovechándome de las investigaciones de
los demás, de lo que me fui enterando. Si nos remontamos en el tiempo, al
principio del caso GAL utilicé lo que es la lógica elemental de sumar dos y
dos. Desaparecieron Lasa y Zabala y entonces escribí un artículo diciendo:
sumando dos y dos, es el Ministerio del Interior. Entonces, en aquella época
todavía no se conocían ni las siglas de los GAL ni nada por el estilo; pero algunos
teníamos la experiencia suficiente para intuir que detrás había una trama de
terrorismo de Estado. Estoy hablando de comienzos de los años ochenta.
Empezaron a sucederse los atentados en Francia pero no había investigación
ninguna. Más bien, utilización del sentido común. Luego, cuando empezó a haber
investigación, sí que colaboré con la gente que investigaba el caso; pero
siempre he sido un periodista de mesa, no un audaz reportero intrépido que sale
por ahí a encontrar nada.
SUGERIR LA IDEA, PERO NO ESTAR
AL TANTO DE LOS DETALLES
Todo el mundo sabe que los responsables del
GAL no están pagando su responsabilidad. Todo el mundo sabe que eso no fue una
cosa que montaron mindundis que fueron los que sí acabaron pagando. Son cosas
de sentido común, pero tampoco tengo las pruebas. Existen algunos elementos,
como las declaraciones de Damborenea que cuenta que iba a la Moncloa a dar el
parte, cosa que no me acabo de creer por una razón: Felipe González siempre
utilizó una técnica que es muy propia de los grandes estadistas: no querer
saber los detalles de aquello de lo que no conviene que conozcas los detalles,
.porque luego, a lo mejor tienes que rendir cuentas por haber sabido los
detalles. Y entonces dicen: «No me lo cuentes; hazlo pero no me lo cuentes, yo
no me ocupo de los detalles». Estoy seguro de que Felipe González sabía, cómo
no iba a saber, pero tampoco creo que él en concreto estudiara los planos del
local del Mombar para ver por dónde iba a entrar el comando de los GAL y dónde
iban a empezar a disparar. No le pega. Felipe González era muy admirador de las
técnicas de Carlos Andrés Pérez, y él defendía ese punto de vista: hay que
sugerir la idea, pero no estar al tanto de los detalles.
EL HUNDIMIENTO DEL GOBIERNO
DEL PARTIDO SOCIALISTA
No creo que el caso GAL provocara el
hundimiento del Gobierno del Partido Socialista. En la conciencia existe una
diferencia, como en muchas otras cosas, entre el criterio de la opinión pública
vasca y el criterio generalizado de la opinión pública española. De los GAL,
lamentablemente para mucha gente, lo peor era que lo hubieran hecho tan mal. No
decían que cómo se puede hacer semejante barbaridad, sino qué chapuzas son, qué
mal lo han hecho. Pero en realidad lo que más llegó al corazón del personal fue
la corrupción. A la gente, lo de que se llevaran el dinero crudo a casa, eso sí
le afectó realmente; pero en cambio, los crímenes, incluso los crímenes de
sangre cometidos por los GAL, no fueron realmente decisivos en lo que se llamó
el felipismo y su posterior caída.
EL TRIUNFO DE LA `REAL
POLITIK' EN EUSKADI
El Gobierno vasco bipartito entre el Partido
Nacionalista Vasco y el Partido Socialista fue un maridaje de intereses. Tengo
que decir además que ni siquiera estoy convencido de que realmente hubiese sido
nunca un Gobierno bipartito: había un reparto de consejerías en las que cada
partido, según le tocara, hacía de su capa un sayo y el otro partido no metía
apenas las narices. Creo que llegaron a ese arreglo durante tiempo y que fue el
triunfo de la real politik: no
estamos de acuerdo, pero nos venimos bien. Un matrimonio de intereses. Un
matrimonio de conveniencia. Pero ¿cuál sería su opción contraria? ¿Un
matrimonio de inconveniencias? En aquel momento a lo mejor no existía otra
fórmula. Personalmente, encuentro el balance de aquel Gobierno de coalición
jalonado de cosas bastante desagradables: las oposiciones de Osakidetza, las escuchas de la Ertzaintza, el escándalo de las máquinas
tragaperras, lo de más allá... La ósmosis que se produjo entre el Partido
Nacionalista Vasco y el Partido Socialista fue bastante completa en todos los
terrenos: enseñaron muchas cosas.
CENTRALISMO Y EL NUEVO
NACIONALISMO ESPAÑOL
Sin duda alguna, existe una agudización del
centralismo y de un nuevo nacionalismo español en el Partido Popular y en parte
también del Partido Socialista; o por lo menos de alguna parte de ese partido,
porque es un tanto caótico lo que les está pasando en los últimos tiempos a los
socialistas, dan un poquito de pena. En el caso del Partido Popular es evidente.
Sobre todo después de la segunda victoria electoral del presidente Aznar,
porque la primera tuvo la ventaja de que, como no tenían el control de la
situación porque no habían obtenido la mayoría absoluta, tuvieron que hacer de
la necesidad virtud, y entonces se pusieron a dialogar con todo el mundo porque
necesitaban apoyos: se pusieron a hablar catalán en la intimidad, y montones de
cosas. Pero una vez que el Partido Popular obtiene la mayoría absoluta, se
sienten liberados de esa obligación y empieza todo un proceso de desmontaje del
montaje: de lo que había sido el montaje de la imagen centrista del Partido
Popular.
Con la mayoría absoluta del Partido Popular
se acabó el llevarse bien con los partidos nacionalistas en Cataluña y en
Euskadi, se acabaron los pactos con las fuerzas sindicales. Fue un desmontaje
en todos los terrenos: hay que recordar que, en un principio, el Partido
Popular incluso criticó la primera Ley de Extranjería del Partido Socialista,
por considerarla muy restrictiva; se opuso también a la Ley Corcuera. Se habían
montado una imagen de centro que; incluso ellos mismos, probablemente, habían
acabado creyéndosela; pero una vez que se sienten libres de toda traba, empieza
a aflorar lo que llevaban dentro.
Y ¿qué es lo que llevaba dentro el Partido
Popular? Recuerdo do que una persona próxima a Aznar me contaba que, cuando
empezó la segunda legislatura, Aznar solía decir que por culpa de la Transición
y todo lo que había seguido España se había ido escorando mucho hacia las
periferias, y había ido perdiendo su identidad como nación y que, como este
país es tan dado, decía Aznar, no sé por qué lo decía, a los movimientos
pendulares, tras ese movimiento pendular hacia la excesiva descentralización
había que volver hacia el extremo contrario, para recuperar un cierto
equilibrio. La imagen es totalmente disparatada: porque el péndulo no recupera
nunca el equilibrio, a no ser que el reloj se pare.
EL PATRIOTISMO CUTRE Y
ESTROPAJOSO DE LA ESPAÑA RANCIA
Es cierto que la idea de Aznar era que se
había ido demasiado lejos en la descentralización del poder y que eso había que
ir reduciéndolo. Y el Partido Popular lo ha ido haciendo sistemáticamente, y se
les nota mucho. Eso es lo que quieren y lo dicen explícitamente, cuando dicen
por ejemplo: recuperar el patriotismo constitucional, recuperar la idea de
España. Me parece realmente mal y, sobre todo, aburrido. Me parece como si
estuviéramos manejando conceptos que ya no pintan gran cosa. Si ellos mismos,
cuando les dices que quieres que te rebajen el autobús medio céntimo de euro,
te dicen que eso no depende de ellos, que depende de Bruselas; y luego te
vienen a hablar de la soberanía nacional. Si son incapaces de tomar ninguna
decisión en materia de política exterior, en materia de política de defensa, en
materia de política monetaria.
Las grandes claves de lo que se supone, y que
la propia Constitución española dice que constituye la base de la soberanía
nacional, están delegadas en muy buena medida a Bruselas. Desde ese punto de
vista, debería haberse producido una aminoración importantísima de los
sentimientos nacionalistas, pero luego ves que no; porque rascas y qué sale:
las manifestaciones de protesta por el resultado de Eurovisión. No nos quieren,
no nos entienden, y éste no nos vota. Pero si sólo es una señorita que ha
salido allí a cantar.
Ese patriotismo cutre, estropajoso, que se
identifica con la España rancia de siempre, esa España que nos tocó mamar en
nuestra infancia cuando te decían «habla en cristiano», que era hablar en
castellano, porque entonces no se podía hablar otra cosa. Todas esas historias
me parecen de atrezzo de película vieja. Por favor, déjenlo, es un aburrimiento
ese nacionalismo. Y en mi opinión son un aburrimiento todos los nacionalismos.
Pero siempre es más aburrido y más desagradable el nacionalismo que quiere
imponerse que el nacionalismo que reivindica que no se le imponga.
EL PATETISMO DE LA
SATANIZACIÓN DEL NACIONALISMO VASCO
De alguna forma, se está utilizando el
problema vasco satanizando al nacionalismo vasco para ganar votos en el resto
de España; y es patético. Recuerdo que, en vísperas de las últimas elecciones
vascas, hablando en mi periódico con la gente del staff, comentaba cómo Mayor
Oreja estaba haciendo una campaña excelente para ganar las elecciones en
Zamora; pero se presentaba en Euskadi, y se iba a pegar un castañazo. Mayor
Oreja se pegó el castañazo. Pero la primera parte de mi afirmación,
lamentablemente, creo que es cierta. Siempre es un tópico de los partidos
demagógicos buscar un enemigo: un demonio sobre el que hacer vudú. Y el Partido
Popular ha encontrado el vudú del nacionalismo vasco. No del terrorismo de ETA,
sino del nacionalismo vasco.
Cada vez que alguien en Euskadi dice algo que
ellos creen que puede ser utilizado, es utilizado sistemáticamente. Y lo peor
del asunto, que me produce una tristeza enorme, es que siempre he creído en la
posibilidad de la existencia de una España que fuera resultado de la unión de
los pueblos libres e iguales. Al final, echas las cuentas y la gente es la
misma en todas partes. En todas partes hay cabrones y buena gente, con un
acento o con otro, y me parece una tristeza enorme que se esté creando ese
sentimiento antivasco, y que cuando llegas a los sitios y dices que eres vasco
tengas a continuación que decir que lo sientes.
Y curiosamente, todo esto plantea una
diferencia enorme con lo que vivimos en la época de la Transición. Que me
parece igual de papanatas en realidad, cuando llegabas y decías «soy vasco» y
te respondían eso de «¡Uy, los vascos sois la hostia, porque vosotros sí que
habéis luchado!». Si te parece tan admirable, lucha tú también. No está
prohibido, no existe patente aquí para luchar. Y tampoco habíamos luchado tanto
los vascos. De la misma manera que aquella admiración resultaba un poco
ridícula, esta visceralidad antivasca de ahora resulta patética. Cuando el
CESID se inventó aquel lema aparentemente tan simpático de «ETA no, vascos sí»
fue un lema muy bonito inventado por unos servicios de información. Pero
también he oído en las calles de Sevilla gritar en una manifestación: «ETA no,
vascos tampoco».
EL 'LEHENDAKARI' IBARRETXE
El lehendakari
Ibarretxe parece un hombre sencillo y una persona alimentada por muy buenos
sentimientos. Soy consciente de que todos los idiomas tienen ese dicho de que
«de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno», y la objeción es
posible en este sentido. Pero en este caso, creo que Ibarretxe trata de sacar
el negocio de Euskadi para adelante lo mejor que puede. Ideológicamente es una
persona alejada de mí, él es un hombre socialdemócrata moderado, pero está
consiguiendo que por ejemplo en el terreno de la política social el Gobierno
vasco sea probablemente uno de los gobiernos más avanzados que quedan en
Europa; lo cual no es decir mucho, porque la política social en Europa se está
yendo al carajo a una velocidad impresionante.
El lehendakari
Ibarretxe ha hecho cosas en terrenos como el de la inmigración que son
estimables. Ahora se plantea incluso viajar al Sáhara occidental para mostrar
su solidaridad con el Polisario: cosas como éstas hacen que sea un personaje
atípico. La versión que se tiene de él fuera de Euskadi, y probablemente
también en parte dentro de Euskadi, es la de un hombre apocado: el Doctor Spok. Con ese aire que tiene, que
no es que vaya vestido de grandes almacenes, es que va vestido de todo a cien.
La verdad es que no se puede decir que Ibarretxe rinda una pleitesía excesiva a
su imagen, pero es que él es así: no hace ningún esfuerzo por tratar de ser
brillante ni por ceder a las técnicas del marketing.
Y esa parte me cae simpática, porque realmente odio toda la parafernalia
que rodea a los políticos, destinada a convertirlos en productos atractivos de
venta en escaparate. Es un hombre que en cuanto pueda va a dejar la política y
va a salir corriendo para volverse a Laudio, a su pueblo, para andar en bici y
hacer chuletas para la familia. En ese sentido, como él no se cree llamado por
la historia para cubrir ningún papel extraordinario, es menos peligroso que la
mayoría de los políticos.
LA BELIGERANCIA DE LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
La prensa con sede en Madrid, que viene a ser
la capital también a efectos mediáticos, está haciendo un papel nefasto en
relación con el tema vasco: porque es muy beligerante y muy simplificadora.
Llega a extremos incluso caricaturescos y vergonzosos. Hablo de ello sabiendo
de qué hablo, porque llevo muchos años en esos ambientes y sé hasta qué punto
se simplifica, y a veces se simplifica groseramente a sabiendas de que se hacen
simplificaciones groseras. Salvando algunas figuras muy concretas, en general
el ambiente de la prensa, de la gran prensa de los grandes medios de
comunicación en Madrid es asfixiante para alguien que trate de hacer un trabajo
imparcial y honrado en relación con el conflicto vasco. A los conflictos
vascos, porque no sólo existe uno. A veces se trata de simplificar y parece que
el único conflicto que existe es ETA. Pues no señor: porque aunque ETA no
existiera, y antes de que existiera ETA también, ya había un conflicto; y el
día en que ETA desaparezca seguirá habiendo un conflicto mientras no se le de
una solución.
Pero existe una beligerancia enorme en los
medios de comunicación de Madrid y, además, una espantosa falta de interés por
entender. No se quiere entender el conflicto vasco porque es mucho más rentable
no entenderlo: porque vende mucho más la demagogia barata y porque de esa
manera se puede simplificar el mensaje; y cada vez, en todos los terrenos, no
sólo en lo relacionado con el conflicto vasco, los mensajes simplistas son lo
que más se lleva.
LOS INTELECTUALES VASCOS
AMENAZADOS POR ETA .
Me parece realmente odioso que nadie tenga
que abandonar su residencia o su trabajo o trasladarse a otro sitio porque sus
opiniones sean de una determinada manera. Yo tuve que abandonar Euskadi también
en condiciones bastantes diferentes, en tiempos del franquismo: porque los
antecesores del señor Aznar no nos dejaban decir lo que pensábamos; o sea que
también tengo bastante experiencia en esa materia. Víctimas ha habido de muchos
tipos, dicho lo cual; insisto en que hay que poner todos los medios para
asegurar que cada cual pueda ejercer su profesión y decir lo que opina sin que
nadie le amenace con partirle la cara por ello.
También es cierto que ha habido un sector de
esa intelectualidad y de esa prensa que ha tenido, vuelvo a insistir, que salir
huyendo de Euskadi para que no la mataran. Intelectuales que, una vez llegados
a Madrid, han encontrado que tienen un público, después de haber tenido que
salir huyendo de Euskadi, y que en consecuencia son acogidos con mucha simpatía
en muchos medios. Incluso puede llegar, hasta cierto punto, a convertirse en un
negocio: es lo que algunos han hecho, más o menos, en parte o totalmente. Me da
igual: también otros hicieron el negocio de ser perseguidos y de ser víctimas
del franquismo y consiguieron vender mucho más sus libros, sus poesías o su
cine porque eran perseguidos por el franquismo, con independencia de que
tuvieran una calidad u otra. Luego existen casos en los que incluso coincide
con que son perseguidos y además son artistas o intelectuales muy buenos.
Pero la de las amenazas es una situación que
lo pervierte todo. Cuando la gente es perseguida por sus ideas ya se crea un
caldo de cultivo de la peor especie, que lo corrompe todo. En todo caso,
evidentemente, hay que hacer lo posible porque aquellos que quieran ejercer su
trabajo y manifestar su pensamiento en Euskadi puedan volver a hacerlo cuanto
antes y con las condiciones de máxima libertad.
EL DERECHO DE
AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS Y LA DEFINICIÓN DEL SUJETO DE LA SOBERANÍA
Creo en el derecho a la autodeterminación de
los pueblos, no de las naciones. Las naciones, no veo cómo se pueden
autodeterminar. No me he encontrado con una nación por la calle para poder
preguntárselo. A mí me interesan las personas. Las entelequias, los entes de
ficción, independientemente de que teóricamente sean muy razonables, son entes
de ficción. A mí me interesan las personas. Creo en la autodeterminación de las
personas y la autodeterminación de los pueblos.
El problema de la autodeterminación es cómo
definir el sujeto de la soberanía. ¿Quién es el pueblo vasco? Con esta cuestión
nos metemos en un jardín impresionante: si hay gente que es vasca, quiera o no
quiera serlo, y en consecuencia tiene que participar en el derecho de
autodeterminación, ejercerlo quiera o no quiera; si cada territorio histórico
tiene que tener la libertad de decidir si quiere o no participar de ese
proceso. Estoy pensando no sólo en Navarra, sino incluso, hipotéticamente, en
Araba.
Una cosa como es la cuestión de por dónde
tira un país no puede ser decidida por mayorías simples. Hay que llegar a un
sistema para que podamos tirar todos, el cuarenta y cinco por ciento o la
inmensa mayoría: a base de cesiones mutuas, de entender la posición del otro,
de entender sus problemas, de saber a qué no puede renunciar sin renunciar a su
identidad. Qué tiene que admitirte el otro para que tú no tengas que renunciar
a tu identidad. Tiene que haber un proceso de relajación considerable y un
proceso de ponerse en el papel del otro, para llegar a un punto que sea
satisfactorio para la inmensa mayoría.
Una revista satírica de Bilbao sacó una vez
una portada que decía: «¿Y para qué vamos a dialogar si podernos resolverlo a
hostias?». El espíritu predominante en buena parte de uno y otro bando es ése:
¿para qué vamos a dialogar si podemos resolverlo a hostias? Y qué cómodo se
siente uno resolviéndolo a hostias, porque mientras te pegas tienes razón y el
otro es un infame; pero mientras negocias, el otro ya no puede ser tan infame,
ni tú puedes ya tener tanta razón.
Tendrás una razón que representa tus posiciones, pero el otro tiene que salir
vivo de la contienda; en consecuencia, tienes que facilitarle una salida,
tienes que entenderlo: y eso obliga a pensar un huevo, con lo fácil que es
liarse a hostias.
LOS CASOS DE IRLANDA Y
PALESTINA
Las comparaciones entre conflictos son
siempre muy difíciles de hacer. A muchos de los que hemos tratado de sacar
experiencias de la evolución de los acontecimientos en Irlanda, siempre nos
dicen que lo de Irlanda y lo de Euskadi no tienen nada que ver. Por supuesto,
son cosas muy diferentes, pero sí se pueden sacar ciertas lecciones de lo ocurrido
en Irlanda; por lo menos, en cuanto a la actitud de las partes en conflicto. Me
referiría más a un problema de actitud. Paralelos entre Palestina y Euskadi, o
entre Irlanda y Euskadi, desde el punto de vista histórico no se dan; pero en
cuanto a la manera de abordar los conflictos, a la voluntad de superar las
causas de enfrentamiento, todos los paralelos son posibles.
En el caso de Israel y Palestina, la
comparación no se tiene en pie por la sencilla razón de que en Israel lo que
existe ahora existe desde hace mucho, en realidad. Es una voluntad expresa del
Estado de Israel de acabar con la existencia del pueblo palestino, de echarlo,
de que se vaya. Matar a unos y los otros que se larguen y que dejen el
territorio libre. En Euskadi no se ha producido ni se está produciendo en
absoluto un fenómeno de genocidio, como el que se puede decir que se está
produciendo en Palestina.
Pero considero que en estos momentos es muy
difícil negociar nada en relación con el conflicto vasco, en relación con el conflicto
de ETA: porque ETA no quiere negociar, porque las posiciones que está
avanzando son de un maximalismo tal, que es que no es que el Estado español no
pueda aceptarlas; tampoco la mayoría del pueblo vasco quisiera que se
aceptaran.
COLGADOS DE UNA RAMA
No veo salida al conflicto vasco. Cuando me
preguntan cuál es mi alternativa, me acuerdo de un cuento de uno que iba por la
calle y se encuentra con otro que le apunta con una pistola y le dice:
«Acompáñame». El otro le acompaña y se lo lleva por un camino forestal, le sube
camino al monte, camino arriba, camino arriba, y cuando están ya muy arriba,
muy arriba, de repente se resbalan los dos y se quedan agarrados de una rama. Y
el de la pistola le dice al otro: «Venga, tú: ¡alternativas, alternativas!».
Pero es que el primero no quería estar allí. A mí me pasa un poco eso. Yo no
quería estar aquí. Yo no quería que la situación hubiera llegado hasta este
punto. Yo no quería que se hubieran cometido tantos errores para que las cosas
llegaran a este punto.
No me creo en la obligación de ofrecer
ninguna alternativa. Si veo alguna sensata, y a veces las veo, las apoyo, como
a la gente de Elkarri en el proceso que han emprendido; pero creo que el
proceso de Elkarri no va a dar resultado, por lo menos de momento. Quizá
sembrando en esa dirección se pueda llegar a conseguir algo. En todo caso, no
tengo ninguna solución. Yo no quería estar aquí. No hubiera querido llegar
aquí, ni siquiera tal y como se planteó la Transición. No me gustó que se
hubiera hecho caso omiso de que el pueblo vasco ni siquiera votase la
Constitución. No me gustó que se hiciera caso omiso de que el asunto de la
monarquía no hubiera salido a referéndum. Hay tantas cosas de las que han
ocurrido que han sido pasos dados en la mala vía que ahora ya me da la
sensación de que estamos bastante colgados de una rama, en un lugar absurdo del
monte, por muchos señores que nos ha llevado hasta allá.
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